Adopción por parejas homosexuales

La aprobación por parte del Gobierno español de una ley que equipara con la familia las uniones homosexuales y que les da la oportunidad de adoptar niños, ha sido contestada por amplios sectores sociales. A la vez, ha sido apoyada por otros. Se han alzado voces a favor y en contra, también en los ámbitos científicos especializados. Ofrecemos a continuación un elenco de argumentos en contra de dichas adopciones.
El psicólogo Aquilino Polaino (Catedrático de psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, autor de 50 libros y cientos de artículos, entre otras cosas), escribe en el Lexicón recién publicado en español por el Pontificio Consejo para la Familia (Ed. Palabra, Madrid 2004), lo siguiente sobre la adopción de niños por parejas gays: “Hay muchas razones para oponerse a este supuesto derecho, tal y como a continuación se indican:
            1.- Entre los niños deprivados de sus padres, y luego adoptados, se da una mayor incidencia de alteraciones psicopatológicas (trastornos de conducta, fracaso escolar, agresividad, ansiedad de separación, retraso psicomotor, hiperactividad, dislexia, depresión, conducta antisocial, suicidio, psicopatías, psicosis, etc.), que en los niños que no sufren esta deprivación.
            2.- El niño tiene derecho a adquirir, fundar y establecer, de forma adecuada, algo tan relevante e irrenunciable como su propia identidad sexual. Este derecho resulta impedido o gravemente amenazado cuando el niño se expone a solo modelos de conducta, como el homosexual, en los que precisamente está en crisis esa misma identidad.
            3.- El niño tiene derecho a ser protegido contra una patología adicional derivada de esa exposición, que se sumaría a la ya anteriormente suscitada por el simple hecho de no convivir con sus padres biológicos y de haber sido separado de ellos.
            4.- El niño y la niña tienen necesidad del padre y de la madre para identificarse con la persona de su mismo género, y para aprender el respeto, afecto y complementariedad que la persona del otro género le debe proporcionar. El apego y la vinculación que resulta de esa relación le son imprescindibles para fundar su identidad personal.
            5.- El niño tiene derecho a madurar su afectividad, observando el vínculo -afectivo, cognitivo y personal- que se establece en las relaciones entre el padre y la madre. Esta relación constituye la urdimbre donde se acuna y consolida la madurez de su afectividad y de su futura personalidad.
            6.- En el perfil psicológico del homosexual se observa una mayor incidencia de rasgos psicopatológicos (egocentrismo, autocompasión, inmadurez afectiva, celotipias, infidelidades, depresión, etc.), que en modo alguno contribuyen al desarrollo armónico del niño así adoptado y expuesto a ese modelo de conducta.
            7.- El niño que sólo convive con homosexuales ni experimenta ni aprende las diferencias de género existentes entre el hombre y la mujer. Por contra, aprende algo que es falso y antinatural: la irrelevancia de la necesidad y complementariedad de las personas del otro sexo y de las diferencias que les caracterizan.
            8.- El niño que sólo conviviera con los homosexuales adoptantes sufriría un déficit en su socialización -al no interiorizar el genuino espíritu de familia que hunde sus raíces en la comunidad entre un hombre y una mujer-, además de un empobrecimiento en su autoestima y de un relevante deterioro en su autoconcepto, por haber sido este solo parcialmente estructurado.
            9.- En consecuencia, en el niño que fuese adoptado por homosexuales, su identidad resultaría maltrecha, incompleta, sectorizada y parcialmente deprivada, mutilada, incorrecta y, por consiguiente, insatisfactoria..
            10.- En el niño que fuese adoptado por homosexuales no se satisfarían los criterios que definen la adopción, por lo que propiamente se incurriría en una “adoptio sine adoptione”, es decir, en una adopción sin adopción, en una ficción jurídica.. El fin de la adopción es la protección del menor desvalido y no la satisfacción del adulto sin descendencia. De otra parte, como se sostiene en el viejo principio jurídico, “adoptio imitatur naturam”, la adopción debe imitar la naturaleza. Se trata de la familia constituida por el padre y la madre adoptantes, con unas relaciones estables, de manera que se facilite el crecimiento y desarrollo de la persona adoptada”
Otros argumentos
            Además de lo expuesto, se puede afirmar que con la adopción por parejas gays se transgrede el principio II de la declaración universal de los derechos del niño, en cuanto establece que al dictar leyes que atañen al niño se tomará exclusivamente el interés de éste como objetivo. Es claro que el agitacionismo sobre el tema responde en cambio al deseo de algunos homosexuales en ser consolados respecto a la imposibilidad biológica de ser padres entre sí y que no hay una oferta insuficiente de matrimonios heterosexuales dispuestos a adoptar, como lo prueba el tráfico ilegal de niños. Es posible, incluso, que se aumente ese tráfico debido a la mayor demanda proveniente de las nuevas parejas homosexuales deseosas de adoptar.
            No hay que olvidar que en una familia normal, el amor conyugal está claramente diferenciado del amor paterno-filial y que a esto ayudan tanto la adjudicación de roles padre-madre, como el tabú del incesto. Ahora, con la indiferenciación de roles, junto con la ausencia del nexo biológico, se va a producir una progresiva desaparición del tabú del incesto, lo cual supondrá un aumento de las relaciones sexuales entre adoptantes y adoptados, sin que eso signifique que la mayor parte de los homosexuales sean pederastas.
            Aunque los especialistas dicen que no se podrán hacer estudios serios hasta que no hayan pasado al menos 30 años, y eso contando con niños educados en un ambiente de pareja homosexual y no en una “familia” en la cual uno u otro ha tenido una relación heterosexual fruto de la cual ha aportado un hijo, ya hay voces que hablan, en uno u otro sentido, con una pretendida autoridad científica. Así, mientras un estudio elaborado por la Universidad de Sevilla sobre 28 casos se declara a favor de estas adopciones, porque, dice María del Mar González, su directora, “parece que a los niños no les escandaliza el amor, porque ellos no tienen los prejuicios que tenemos nosotros”, Mercedes Valcarce, profesora titular de Psicología Evolutiva de la Complutense, descalifica, desde un punto de vista científico, el informe elaborado por la Universidad de Sevilla, puesto que, dice: “la metodología empleada en el trabajo es inaceptable”. Para esta doctora en Psicología, “el homosexual tiene una identidad lábil, quiere una relación en espejo, busca una continuidad de sí mismo, y eso es lo peor para el desarrollo de un niño, para que pueda crecer como persona armónica e independiente. Todo niño adoptable -añade- ya tiene problemas porque ha sido rechazado por los padres biológicos, es un punto de partida muy malo. Por eso, necesita padres en unas condiciones excelentes”.
            No hay que olvidar, por último, que está comprobada la mayor promiscuidad de las uniones homosexuales, las cuales se rompen cuatro veces más que las heterosexuales.