¿Quién dice la gente que soy yo?

Poco a poco vamos viendo quién es Jesucristo y quién debe ser para los cristianos. Tenemos que preguntarnos ahora lo mismo que el propio Cristo preguntó a sus discípulos: qué opina la gente sobre él. Filósofos, científicos, políticos, literatos e incluso miembros de otras religiones tienen su propia visión de Jesucristo que nos conviene conocer.

Las imágenes que se tienen de Jesús en el mundo contemporáneo delatan un interés por Jesús de Nazaret que, lejos de apagarse, va en aumento. Esto se constata fuera de la Iglesia no menos que dentro de ella. También se constata, como ha señalado J. Nolte, que si bien la persona y el tema de Jesús se miran con respeto, el cristianismo y la Iglesia son objeto de una crítica despiadada.
Dentro del grupo de los filósofos interesados en Cristo está Karl Jaspers (1883-1969). En su obra “Los grandes filósofos”, incluye a Jesús entre los “hombres decisivos”, junto con Sócrates, Buda y Confucio. Los tres tienen en común el “poner de manifiesto en forma extrema las experiencias y los impulsos del ser humano”. Para Jaspers “Jesús es un hito en esta capacidad de sufrimiento. Hay que conocer el alma judía a lo largo de los siglos para conocer el alma de Jesús. Pero Jesús no padeció pasivamente. Él actuó, y con ello provocó la pasión y la muerte. Su pasión no es un fracaso casual, sino auténtico. Él ofrece su ser incondicional a un mundo que sólo permite lo condicional…” Jaspers, en cambio, niega que Jesús se considerara a sí mismo Mesías, que instituyera la Eucaristía y que quisiera fundar la Iglesia.
Ernst Bloch
            Otro gran filósofo que ha meditado mucho sobre Jesús es el marxista Ernst Bloch (1885-1977). Para él, Jesús es ese hombre que superó la alienación del hombre destronando a Dios y recorrió hasta el final el camino de la humanización de Dios. Dice sobre Jesús: “Aquí aparece un hombre bueno con todas las letras, en toda la extensión de la palabra, algo que no había ocurrido nunca. Con un impulso hacia abajo, hacia los pobres y despreciados, y no un bienhechor. Con protesta hacia arriba. no se pueden acallar los latigazos contra los cambistas y ‘todos los que afligen a los míos’”. Mientras que el resto de los autores no cristianos suelen descartar como infundado el mensaje pospascual, Bloch cree que Jesús se inserta con los tres misterios “desiderativos” de resurrección, ascensión al cielo y retorno en “la utopía de la posibilidad humana cuyo núcleo y fraternidad escatológica él había anticipado”. Para Bloch, Jesús se distingue de Dios precisamente por el amor: “Lo que se entiende por Dios no puede amar, él nunca ha amado; el amor se da sólo en el hombre”.
Milan Machovec, filósofo marxista checo, es el autor del libro “Jesús para ateos” (1972). Según él, la causa de Jesús interesa con urgencia a nuestro tiempo porque “se da la feliz circunstancia de que incluso los marxistas y el movimiento histórico promovido por ellos son herederos legítimos, seguidores o sustitutos de todo lo que en esta causa hubo de relativamente bueno, esto es, humanitario, social, moral”. El marxismo aparece en cierto sentido como una tercera vía o alianza de seguimiento después de la sinagoga y la Iglesia. Cierra su reflexión con estas palabras: “Yo no lamentaría la desaparición de la religión como tal. Pero puesto en el trance de vivir en un mundo que pudiera olvidar absolutamente la causa de Jesús, no quisiera ya vivir”.
Leszek Kolakowski
            El filósofo polaco Leszek Kolakowski dio en 1965, en su patria, una conferencia sobre el tema “Jesucristo, profeta y reformador”, en la que se pregunta por Cristo como filósofo. destaca, del mensaje de Jesús, los siguientes puntos: 1.- superación de la ley en favor del amor; 2.- Supresión de la violencia en las relaciones interhumanas; 3.- El hombre necesita algo más que el alimento (“no sólo de pan vive el hombre”); 4.- La abolición de la idea de pueblo elegido, al poner a Dios al alcance de todos; 5.- La miseria física de la temporalidad.
No sólo los filósofos han reflexionado sobre Jesús. También lo han hecho teólogos de otras religiones, como el judío Martin Buber (1878-1965). “A Jesús -dice- le he sentido desde mi juventud como mi hermano mayor. El hecho de que el cristianismo lo haya considerado y lo siga considerando como Dios y redentor me pareció siempre de la máxima gravedad, algo que yo debo tratar de comprender a causa de él y a causa de mí mismo. Para mí es indudable que le corresponde un puesto de honor en la historia de la religión de Israel, y que este puesto no se puede describir con las categorías corrientes”. Sin embargo, Buber sostiene, frente al cristianismo, que a Jesús no se le puede considerar como mediador entre Dios y los hombres y por eso rechaza el postulado mesiánico de Jesús pues, de lo contrario, tendría que hacerse cristiano.
Otro judío, Shalom Ben-Chorin siguió la línea de Buber en su obra “Jesús hermano”, pero enfocó la interpretación de Jesús en otra dirección, indicando que ya era hora de que Jesús volviera a su pueblo, el judío, a base de olvidar sus pretensiones mesiánicas, como si se tratara del regreso del hijo pródigo. Por eso rechaza su mesianidad y su divinidad y reconoce que la fe cristiana en ambas cosas siempre separará a judíos y cristianos. Considera la resurrección de Cristo como un símbolo de la resurrección del pueblo judío, que tras haber sufrido la pasión de la persecución nazi hoy es más fuerte que nunca.
Jesús en el Corán
            El interés de los musulmanes por Jesús se suele limitar por lo general a lo que el Corán dice sobre él. Los musulmanes veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Rechazan que Jesús sea la palabra de Dios e hijo de Dios, para alejarse de la idea politeísta de la época de Mahoma de los dioses que engendran niños. Jesús es un “siervo de Dios” que invita a los hombres a hacerse siervos de Dios, es decir, musulmanes. El Corán también rechaza la Trinidad, así como la misión redentora de Cristo, pues el Islam no admite el pecado original.
En cuanto a los hindúes, según el teólogo indio Stanley J. Samartha, el cristianismo pertenece a Cristo, pero Cristo no pertenece sólo al cristianismo, puesto que su influencia es tan grande que es patrimonio de toda la humanidad y de todas las religiones, a las que ha influido. Incluso pretende que Jesús no es más que una aparición nueva de la divinidad en cuanto mediador. En el fondo es lo que han hecho con éxito gurúes hindios del tipo del sacerdote hindú Ramakrishna (1834-1886) o de Vivekananda (1863-1902). Este último decía de la crucifixión de Cristo que, siendo Dios en figura humana, nada podía darle muerte. Lo que fue crucificado era sólo un cuerpo aparente, un fantasma.
Para Mahatma Gandhi (1869-1948), Jesús fue la realización ideal del propio camino: vivir sin violencia, apoyado en la fuerza de la verdad, a la que él subordinó todo lo demás. Jesús es para él el “satyagrahi” ideal, un gran maestro de la humanidad.