La masonería es una pseudo religión paralela e incompatible con el cristianismo. Sus elementos religiosos incluyen: templos, altares, oraciones, un código moral, culto, vestimentas rituales, días festivos, la promesa de retribución después de la muerte, jerarquía, ritos de iniciación y ritos fúnebres. Así lo han declarado los pontífices desde el inicio de ese grupo hasta nuestros días, llegando a lanzar la excomunión a los que pertenecieran a ella.
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La masonería tomó su nombre del antiguo gremio de los masones. Éstos eran los artesanos que trabajaban la piedra en la construcción de grandes obras. Con el declive de la construcción de las grandes catedrales en Europa y la propagación del protestantismo, los gremios de masones comenzaron a decaer y para sobrevivir comenzaron a recibir miembros que no eran masones de oficio. Con el tiempo, estos últimos se hicieron mayoría y los gremios perdieron su propósito original. Pasaron a ser fraternidades con el fin de hacer contactos de negocios y discutir las nuevas ideas que se propagaban en Europa.
La fundación de la masonería tiene lugar en 1717 con la unión en Londres de cuatro gremios para formar la Gran Logia Masónica como liga universal de la humanidad. De aquí pronto pasó a Francia donde se fundó «El Gran Oriente de Francia» en 1736.
Los primeros masones fueron protestantes ingleses. Se sentían «liberados» de una Iglesia dogmática que exige asentimiento a verdades reveladas. Con la nueva libertad creció la fascinación por la especulación y el sincretismo. Tomaron como patrones a Adán y los patriarcas y se atribuyeron arbitrariamente las mayores construcciones de la antigüedad, entre ellas el Arca de Noé, la Torre de Babel, las Pirámides y el Templo de Salomón.
Mezclaron las enseñanzas de las antiguas religiones y tomaron libremente elementos de los grupos ocultistas, como los rosacruces, los sacerdotes egipcios y las supersticiones paganas de Europa y del Oriente. El objetivo era crear una nueva «gnosis» propia de personas ascendidas a un nivel superior. Como parte de su sincretismo, la Masonería no tiene reparo en incluir también a la Biblia, la cual ponen sobre su «altar». Las logias pueden también recibir miembros de cualquier religión. Estos traen sus propios libros sagrados a los que se les da el mismo valor que a la Santa Biblia. En definitiva, todos ellos quedan relegados a un segundo plano.
La masonería se propone como la nueva religión universal mientras que las Iglesias cristianas son relegadas a la categoría de meras «sectas». Al entender esto queda claro como Satanás fomenta la masonería para luchar contra la verdadera religión universal (universal = católica). La Masonería no solo explota la animosidad contra la Iglesia y el anticlericalismo sino que los fomenta e institucionaliza.
El corazón de la masonería está en su simbolismo, su hermetismo, su mandato de ayuda mutua y sus ritos secretos. Las ceremonias, a menudo largas y complicadas, deben conocerse de memoria, y se realizan utilizando un léxico y una indumentaria particular. Los símbolos habituales de la masonería son muy numerosos, pero lo más conocidos son el Compás y la Escuadra, la Plomada y el Nivel, el Martillo y el Cincel (recuerdos de su origen arquitectónico), la estrella de cinco puntas, las columnas, etc.
La masonería niega que se trate de una doctrina y gustan autodefinirse como un sistema particular de moral enseñada bajo el velo de la alegoría mediante símbolos, o sea un método que permite el libre pensamiento y la libre discusión acerca de cualquier tema, excepto el método en sí, con tal de que se respete la opinión de la mayoría. Ésta teórica «tolerancia total» termina por traducirse en un «relativismo total», es decir: no existe nada (verdad, error, pecado, norma, ética, moral, etc) absoluto e inmutable. Más aún, tampoco interesan la verdad ni el bien moral en sí, lo realmente importante es su búsqueda. Por ello el masón rechaza cualquier verdad dogmática o moral objetiva. En particular rechazan a la Iglesia Católica como paradigma del dogmatismo. Para los masones aquel que intenta vivir una fe revelada es sencillamente un intolerante. No es de extrañar por tanto su anticlericalismo, su oposición a los sacramentos cristianos y su lucha por una educación laica.
La verdadera filosofía masónica es el «humanismo secular», una ideología meramente humana proponente del racionalismo y el naturalismo. Según ella, la «naturaleza» está guiada por la razón que lleva por si sola a toda la verdad y, consecuentemente, a una utopía de «libertad, igualdad y fraternidad». Este debía ser el «novus ordo seculorum» (un nuevo orden secular). La filosofía masónica es precursora de la Revolución Francesa y aparece mas tarde en la filosofía comunista. La Masonería no tiene lugar para el Dios de la revelación. Dios aparece como un concepto y no como persona. Dios es el «Gran Arquitecto» que fundó la Masonería. El hombre se convierte en su propio dios, la misma seducción de la serpiente antigua: «Coman y serán como dioses». De hecho, en 1887 la logia masónica del «Gran Oriente» (de la que se inspira por lo general la Masonería en América Latina) formalmente eliminó la necesidad de que sus miembros crean en Dios o en la inmortalidad del alma. Los símbolos cristianos de la cultura recibieron una interpretación secular.
Así, la cruz pasó a ser un mero símbolo de la naturaleza sin mayor trascendencia. Las letras «INRI» sobre la cruz de Jesús, pasaron a significar «Igne Natura Renovatur Integra» (el fuego de la naturaleza lo renueva todo). Algunos masones dicen «creer» en Jesucristo pero, si son consecuentes con la masonería, no creen en Él según el sentido cristiano que lo reconoce como Dios. Ellos lo consideran simplemente como el apóstol mayor de la humanidad por haber superado el fanatismo de los romanos y de los sacerdotes. Jesús es «el Gran Maestro», pero, para no ofender a otras religiones, el nombre de Jesús quedó prohibido en la logia.
Los antiguos masones guardaban celosamente los secretos de su arte. Con la nueva Masonería, el afán de secretismo aumentó y se le impuso estrictamente a los miembros en los ritos de iniciación. Los candidatos deben hacer juramentos de no revelar en absoluto los «secretos» de la masonería so pena de auto-mutilación o de ser ejecutados. El masón expresa el deseo de buscar «luz». Entonces se le asegura que recibirá la luz de la instrucción espiritual que no pudo recibir en otra iglesia y que tendrá descanso eterno el la «logia celestial» si vive y muere según los principios masónicos.
La Masonería tienen una extensa jerarquía compuesta por 33 grados. El masón «Aprendiz» (primer grado) jura: «No revelaré ninguno de los secretos de la masonería, bajo pena de que me corten el cuello». El masón «Compañero» (segundo grado) jura: «No revelaré jamás ninguno de los secretos de la masonería a los que no son masones, ni siquiera a los Aprendices, y esto bajo pena de que me arranquen el corazón y de que mi cuerpo sea arrojado a los cuervos». Al llegar al trigésimo grado (llamado «Kadosh»), se debe pisar la tiara papal y la corona real, simbolizando el repudio a sus mayores enemigos, la Iglesia y la Monarquía. Entonces se jura liberar a la humanidad «de las ataduras del despotismo». Cada masón desconoce lo que enseñan y hacen en los grados superiores. Aquí está la gran ironía: Los masones se consideran libres pensadores para opinar sin contar con la Biblia o la Iglesia y sin embargo están atados a la logia bajo las mas severas amenazas. La influencia masónica es poderosa tanto en la política como en los negocios. Cuando los masones han tomado control de un gobierno, como en Francia en 1877 y en Portugal en 1910, han establecido leyes para restringir las actividades de la Iglesia.
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