Metodistas, Modernistas y Monofisistas son las tres herejías que estudiamos en este capítulo. Son de época muy distintas y su influencia ha sido también muy diferente. De hecho, el Metodismo es una escisión de una Iglesia, la Anglicana, que ya se había separado de la Católica siglos antes. El Monofisismo es, por el contrario, una herejía de los primeros siglos de la Iglesia. |
Metodismo: El Metodismo fue un gran movimiento espiritual que surgió dentro de la Iglesia Anglicana, de la que se separó después de la muerte de su fundador, John Wesley. El nombre se lo dieron en 1729 con ánimo de burla, en razón del método rigorista de que daban muestras sus fundadores en el ejercicio de sus deberes religiosos. Estos deberes consistían prioritariamente en la lectura y comentario de la Escritura, visitas regulares a los presos, educación de los niños, etc. Wesley y los metodistas terminaron honrándose por llevar el calificativo que se les había adjudicado con intención de zaherirles.
El movimiento nació en Oxford, entre un grupo de profesores y estudiantes de la Universidad que dirigía John Wesley, su hermano Charles y Geoprge Whitefield. Miembros activos de la Iglesia Anglicana, pertenecían a la “High Church” (próxima a la católica). La doctrina predicada por Wesley no se distinguía de la que profesaban los anglicanos; sin embargo, ponía el acento en la necesidad de una reforma de costumbres, en la práctica de la caridad, en la evangleización de las clases pobres, en la posible salvación total del hombre y en la justificación por la fe y la santidad. Las ideas de Wesley se propagaron por Inglaterra y por América, donde se fundaron congregaciones metodistas.
En 1738, Wesley vivió una intensa experiencia religiosa que le llevó a convertir a sus más fieles predicadores en pastores itinerantes, a los que asoció a laicos, hombres y mujeres, para que predicaran su doctrina por doquier. Esto agravó las tensiones con la Iglesia Anglicana, lo que llevó al fundador a crear, en 1742, una Sociedad Metodista, que fue dando los pasos para la separación del Anglicanismo. A la muerte de Wesley, el Metodismo se escindió en varios grupos, algunos de los cuales se unieron en 1932 formando la actual Iglesia Metodista, que es uno de los grupos más numerosos del protestantismo.
El Metodismo carece de una profesión de fe concreta. En el campo de la doctrina mostró siempre un criterio amplio y permisivo, debido a sus orígenes anglicanos, donde casi todo vale con tal de que no se acepte que el otro también puede creer en lo que quiera. Lo esencial de su fe está expresado en los “Veinticinco Artículos de la Religión”, que es el resumen hecho por Wesley de los treint ay nueve que recogen el credo anglicano. Creen que la salvación, ofrecida por Cristo, es posible de ser conseguida si el hombre se esfuerza en ello; de este modo se distancian del rigorismo calvinista y luterano, que cree en la predestinación. Aceptan el bautismo, pero como un simple rito de incorporación a la Iglesia, y la eucaristía, aunque no tienen una doctrina fija acerca de ella, siendo más proclives a creer en una presencia espiritual, lejos de la transustanciación católica. Su liturgia se inspira en la anglicana. El cántico de los himnos ocupa un lugar preminente en sus actos comunitarios.
Modernismo: Se conoce con el nombre de Modernismo, en el campo de la teología, al conjunto de ideas propagadas por determinados teólogos a finales del siglo XIX, tendentes a buscar una conciliación entre la fe y las corrientes más modernas de la filosofía, de las ciencias profanas y de la crítica histórica. Aunque los antecedentes remotos haya que buscarlos en el racionalismo, en el subjetivismo y en el relativismo de los siglos precedentes, su partida de nacimiento hay que situarla en la Escuela Superior de Teología creada en París en 1878. Entre los intelectuales adscritos a ese centro destacaba el sacerdote Alfred Loisy que publicó en 1902 “El Evangelio y la Iglesia”, libro que produjo una gran conmoción en los medios católicos, que reaccionaron rechazando las peligrosas doctrinas que conteía. Ante la contumacia de Loisy, intervino la Santa Sede con el decreto Lamentabili sane exitu (1907), en el que condenaba los errores cometidos por numerosos escritores católicos que “bajo pretexto de una inteligencia más profunda y de investigación histórica, buscan un progreso de los dogmas que es, en realidad, su corrupción”. La corriente modernista, en efecto, negaba la inspiración divina de la Escritura y la historicidad de los textos evangélicos; ermitía al plano del sentimiento religioso la divinidad de Jesucristo, su resurrección, su concepción virginal; rechazaban que la Iglesia hubiera sido instituida por Cristo y que sus dogmas fueran inmutables; consideraban que los sacramentos no eran cauces de la gracia, sino meros instrumentos disciplinares de la Iglesia y proclamaban que el catolicismo de su tiempo no era conciliable con la ciencia.
Después del decreto del Vaticano, Pío X publicó el 8 de septiembre de ese mismo año la encíclica “Pascendi”, en la que, además de señalar los errores del modernismo, denuncia y condena su actitud general: “El modernismo conduce a suprimir toda religión. El primer paso lo dio el protestantismo; el segundo corresponde al modernismo; muy pronto hará su aparición el ateísmo”. Y el documento pontificio no constituía una precipitada toma de posición ante un problema surgido repentinamente. Ya antes, frente a los indicios que se detectaban, Pío IX había advertido del peligro en el “Syllabus” (1864) y el Concilio Vaticano I (1869-1870) había confirmado la verdad católica acerca de las cuestiones que el modernismo iba a poner en entredicho.
Cuando Loisy escribió sus obras, hacía tiempo que había perdido la fe, pero como presentaba sus ideas como un intento de reformar, elevándolo, el régimen intelectual de la Iglesia, para lograr un “catolicismo renovado”, tuvo numerosos seguidores, como Maurce Blondel, el cual, para perseverar en la fe tuvo que alejarse de los planteamientos de Loisy. Otros no lo hicieron y rompieron con la Iglesia.
Monofisismo: Del griego monos-physis, una naturaleza. Con este nombre se conoce la doctrina que reconoce una sola naturaleza en Cristo. La unión de la divinidad con la humanidad en Cristo fue explicada de modos muy diversos, entre los que destacó Eutiques. La Iglesia tuvo que precisar la doctrina verdadera (una sola persona, la divina, y dos naturalezas, la humana y la divina), en el concilio de Calcedonia (año 451). Hoy siguen siendo monofisitas los Jacobitas de Siria e India (más de un millón de fieles), los coptos de Egipto (ocho millones de fieles) y los etíopes (diez millones de fieles), así como los armenios (cinco millones de fieles). Sin embargo, todos ellos están muy próximos a la Iglesia Católica.
Una herejía derivada del monofisismo es el “monotelismo”, según el cual Cristo sólo tenía una voluntad. Es una herejía del siglo VII y fue condenada en el Concilio de Constantinopla en el año 680, el sexto de los ecuménicos. En ese Concilio se afirmó que en Cristo hay “dos voluntades naturales, no contrarias, sino que su voluntad humana sigue a su voluntad divina y omnipotente, son oponérsele ni combatirla, antes bien, enteramente sometida a ella… Porque de igual forma que su carne animada… no por estar divinizada quedó suprimida… así tampoco su voluntad quedó suprimida por estar divinizada”. |