Tanto amó Dios al mundo….

18 de abril de 2025.

            Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Esta maravillosa verdad nos la recuerda el apóstol San Juan en su Evangelio y es la fuente inagotable de nuestra esperanza. Esto es lo que celebramos los católicos en esos días santos, en que nos recogemos, agradecidos, en torno al altar para celebrar el Jueves Santo, en torno a la cruz para celebrar la muerte del Señor y en torno al sepulcro vacío para compartir con la Santísima Virgen la alegría de la resurrección. Y todo esto no lo decimos sólo recordando lo que pasó hace casi dos mil años, sino que lo agradecemos y lo celebramos porque cada día tiene lugar el milagro de la Eucaristía en cada misa y porque su amor misericordioso es igual hoy como lo fue ayer y como lo será siempre.

            Esta es la gran noticia de esta semana, por lo tanto. Es Semana Santa y una multitud ingente de católicos llena las iglesias para dar gracias a Dios o sale a las calles y plazas para acompañar las bellísimas imágenes del Cristo crucificado y de la Madre desolada. Ni Cristo está muerto, ni está muerto el catolicismo, aunque parezca a veces que así sucede. Una prueba de esta vida que sigue existiendo y de este fervor, que no desaparece, son los datos que llegan de los sitios más inesperados: en Inglaterra hay un espectacular aumento en el número de jóvenes que se acercan a la Iglesia, en especial a los actos de adoración eucarística. En Francia, el número de catecúmenos que van a recibir esta Pascua el Bautismo se ha triplicado en tan solo tres años (un 45% más con respecto al año anterior), y casi todos ellos son jóvenes, con un 4% procedentes del islam. Incluso en aquellas regiones del mundo donde ser cristiano implica arriesgar la vida, como en el norte de Nigeria de mayoría islámica, los bautismos de adultos han hecho decir al obispo de una de esas diócesis que se está viviendo una auténtica explosión de conversiones. Sólo es necesaria una cosa, sólo una, para que ese fuego que parecía moribundo vuelva a prender con toda su fuerza: la fidelidad a Cristo y la fidelidad a su mensaje. Ni el uno ni el otro están muertos. Las brasas han sobrevivido y ahora esperan el momento para convertirse en ardiente llama. Están apareciendo, incluso, dentro de un Episcopado que parecía dormido, voces valientes, como la del presidente de la Conferencia Episcopal de Canadá, que ha recordado que los políticos católicos abortistas -el primer ministro de Canadá es ambas cosas- no pueden comulgar. O las de dos obispos irlandeses, que han exigido a las escuelas católicas que sean de verdad católicas

            En otro orden de cosas, ha sido noticia esta semana la continua y evidente mejoría de la salud del Papa, que se ha hecho presente en todos los actos de Semana Santa celebrados hasta ahora, y que incluso fue en la tarde del Jueves Santo a visitar a los presos de la cárcel Regina Caeli, de Roma. Aunque no participó en el vía crucis del viernes en el Coliseo, sí escribió las meditaciones que se leerán en él. Se espera, incluso, que sea él quien aparezca en el balcón de San Pedro, el domingo de Pascua, para dar la bendición Urbi et Orbi. Lo peor de su enfermedad parece haber pasado y ya sólo necesita el oxígeno en algunos momentos del día y, sobre todo, en la noche.

            Otra gran noticia es que el santuario de Lourdes acaba de anunciar el reconocimiento de un nuevo milagro, ocurrido allí hace 15 años, por intercesión de la Santísima Virgen. Se trata de una mujer italiana, Antonietta Raco, que padecía una rara enfermedad neuromuscular, esclerosis lateral primaria. Después de bañarse en la piscina del santuario empezó a moverse de forma autónoma y los efectos de la enfermedad desaparecieron de forma inmediata y definitiva.

            Cristo murió en la cruz, pero resucitó al tercer día. La Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se prepara para salir de una larga agonía y los síntomas están a la vista. Si morimos con Él, resucitaremos con Él. Si permanecemos fieles, Él nos resucitará. Esta es nuestra esperanza y es una esperanza que no nos defraudará.

  • 0.000000lag
  • 0.000000lag
  • 0.000000lag
  • 0.000000lag
  • 0.000000lag
  • 0.000000lag
  • 0.000000lag