El nuevo Papa no será el sucesor de Francisco

2 de mayo de 2025.

            Las misas novendiales por el Papa Francisco están ya terminando. El cónclave empezará el próximo miércoles y, con él, se pondrá fin a la parte de la elección del nuevo Pontífice que ahora se está desarrollando, conocida como Congregaciones Generales, en las que participan todos los cardenales, para expresar libremente sus opiniones. Si Dios quiere, la semana próxima tendremos un nuevo Papa. No sé quién será ni qué nombre elegirá. Si sé que no será un sucesor del Papa Francisco -incluso si decidiera llamarse Francisco II-, sino un sucesor de San Pedro. En esto coinciden todos y uno de los primeros que lo dejó claro fue el general de los jesuitas, el P.Sosa. Es muy bueno que así sea, porque significa que todos están de acuerdo en que hay que mirar al origen de la Iglesia y que hay que tener en cuenta los dos mil años de historia de la misma, dentro de los cuales se inscribe el pontificado que acaba de terminar. La Iglesia no empezó con Francisco, ni con Benedicto, ni con Juan Pablo, ni con el Concilio Vaticano II. La Iglesia empezó con Jesucristo, su fundador, y el liderazgo en ella, después de Jesucristo, le correspondió a San Pedro. Todos los Papas, por lo tanto, son vicarios de Cristo y sucesores de San Pedro.

            ¿Cómo será el siguiente sucesor de San Pedro? En las Congregaciones Generales se está poniendo de manifiesto que hay dos modelos de Iglesia distintos, incluso opuestos. Lo que se habla en ellas está bajo secreto pontificio, pero los cardenales hablan fuera de ellas y conceden entrevistas libremente. Lo que dicen en esas entrevistas será igualo o muy parecido a lo que dicen dentro del aula nueva del Sínodo, donde se reúnen. Resumiendo mucho, lo que unos proponen en continuar y ahondar en el concepto de sinodalidad y lo que los otros dicen es que no se puede olvidar ni la Palabra de Dios ni la Tradición, que son las dos fuentes a través de las cuales se manifiesta la revelación divina.

            Dos exponentes del primer grupo son los cardenales López -arzobispo de Rabat- y Czerny -prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral-. El cardenal López, en una entrevista al diario español El País, afirmó, entre otras cosas: “La Iglesia tiene que estar al servicio del mundo. No trabaja para ella misma. Es servidora del mundo”. Y el cardenal Czerny, por su parte, en declaraciones al New York Times, se manifestó en contra de los que habían hablado sobre la importancia de preservar la unidad en la Iglesia. “Suena muy bien -dijo-, pero eso significa retroceso. Si me preguntaran cuál es el camino equivocado para el cónclave diría: pensar que la unidad es la prioridad. La unidad no puede ser un tema prioritario”.

            En el polo opuesto se ha manifestado el cardenal Ruini, que considera que el próximo Papa debe tener firmeza doctrinal y buscar la unidad de la Iglesia, o el cardenal Müller. Éste ha sido muy claro en una entrevista concedida al diario ABC. “En la pastoral no se pueden hacer cosas que no estén en total unidad con la doctrina. El Papa tiene que ser fiel al magisterio más alto de la Iglesia. Podemos actuar como maestros, pero no podemos corregir la palabra de Dios, porque nuestra misión es llevar a todos los hombres lo que Jesús ha enseñado. El Papa sólo explica la fe, no crea la fe. No puede decir mañana que los laicos pueden celebrar la misa. Hay limites en su potestad. El Papa no tiene ninguna potestad sobre el Derecho Divino. También en la doctrina. El matrimonio es sacramental, es indisoluble. Y cuando uno está en pecado mortal, el Papa no puede darle el permiso de comulgar”.

            Es evidente que a algunos no les guste que la unidad en la Iglesia sea la prioridad de la acción de gobierno del próximo Papa, quizá porque eso implique no profundizar en un concepto de sinodalidad en el que todo se decida por votaciones y el voto de un laico valga igual que el de un párroco o el de un obispo, o quizá porque si lo que se busca es la unidad para evitar los cismas, en el cónclave se elegirá a un candidato de consenso y no a uno de extremos. También es evidente que muchos ven necesario que el próximo sucesor de San Pedro tenga en cuenta la Palabra de Dios y la Tradición, para evitar que la ruptura que ya existe en la Iglesia vaya a más y se oficialice en nuevos cismas. El cardenal López considera que eso sería muy minoritario y llama a esas personas desequilibradas. En todo caso, si la apertura a todos, todos, todos debe ser una característica de la Iglesia, también deben incluirse en ese “todos” los supuestamente desequilibrados, por minoritarios que sean. Eso sólo se podrá conseguir siendo fiel a la Palabra y a la Tradición y, desde ahí, avanzar hacia adelante.

            Posiblemente en una semana tendremos un nuevo sucesor de San Pedro. El Espíritu Santo está haciendo su parte y ahora sólo hace falta que los cardenales se dejen ayudar por Él. Aunque son muchos los que hablan de un Pontificado de continuidad con el de Francisco, está por ver si lograrán los dos tercios de los votos o si se tendrá que elegir a alguien que valore la sinodalidad como escucha a todos, pero que siga manteniendo que es el sacramento del orden sacerdotal, y sólo él, el que da los tres servicios que necesita el pueblo de Dios: el de enseñar, el de gobernar y el de santificar. En el fondo lo que se está decidiendo es si la Iglesia tiene que ser una democracia -en la que todo, todo, todo se resuelva por votaciones, desde el sacerdocio femenino a la validez de la homosexualidad- o si tiene que ser fiel a lo que Cristo quiso para ella cuando encargó a San Pedro y a los demás apóstoles que apacentaran sus ovejas. Está en juego si la Iglesia está al servicio del mundo o si está al servicio de Cristo, de la evangelización y de la salvación de las almas.            

Rezamos y confiamos.

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