Dos santos que llenan de alegría y dos audiencias que dan miedo

7 de septiembre de 2025.

            Es un gozo extraordinario comprobar el cariño que los católicos expresan hacia el Papa León XIV, que este lunes cumple cuatro meses de haber sido elegido sucesor de San Pedro. El domingo, en la canonización de Pier Giorgio Frassati y de Carlo Acutis, la plaza de San Pedro estaba a rebosar y la multitud se extendía por la Via della Conciliazione, hasta el Tíber. Tuve la bendición de ser testigo del entusiasmo de la gente y de la alegría dibujada en el rostro del Pontífice cuando paseaba en el “papamóvil”, durante un largo rato, por en medio de su pueblo. El Pontificado de León no podía haber empezado mejor. Más allá de las voces críticas de unos y otros, la inmensa mayoría de los fieles se ha volcado con el nuevo Papa y le demuestra continuamente su confianza y su apoyo.

            En la homilía de la canonización de estos dos santos italianos -uno, muerto con 24 años a principios del siglo XX, y el otro muerto con 15 años a principios del siglo XXI-, el Santo Padre quiso hacer una catequesis vocacional, poniendo a estos dos jóvenes como modelo de entrega a Dios e invitando a los de su edad a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. El tiempo corre veloz, parecía decirles, y rápidamente pasa la juventud y, si se ha desperdiciado, te encuentras con las manos vacías. Tanto San Pier Giorgio Frassati como San Carlo Acutis, demostraron que se pueden hace cosas muy grandes, a pesar de contar con poco tiempo para ello, cuando se ha puesto a Dios en el primer lugar de la vida.

            “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final”, dijo el Papa citando a Frassati. Esta es la fórmula -añadió-, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo.

            Pero si el domingo fue un día de gozo para la Iglesia y para el Papa, el resto de la semana el Pontífice ha tenido que afrontar cuestiones más complicadas. Por ejemplo, la audiencia al sacerdote jesuita James Martin, que es uno de los promotores de la apertura de la Iglesia a la ideología de género. Tras acabar la reunión, el padre Martin escribió en su cuenta de X que León XIV le había manifestado su pleno apoyo y aseguró que estaba en la misma línea de apertura que el Papa Francisco hacia la comunidad homosexual.

            En términos parecidos, aunque no tan entusiastas, se manifestó el presidente de los obispos alemanes, monseñor Batzing, que afirmó, tras ser recibido por el Papa, que estaba “enormemente complacido” de la confianza que el Papa había expresado en la Iglesia alemana.

            Como el Vaticano no ha emitido ningún comunicado tras ambas audiencias, queda en el aire la interpretación que se debe dar a las palabras de los que fueron recibidos por el Pontífice. Aparentemente podrían significar que, en un caso, el Papa estaría abierto a las reivindicaciones del colectivo gay, por ejemplo en la cuestión del matrimonio homosexual. Sin embargo, varias veces León XIV ha dicho que el matrimonio es la unión de un hombre y de una mujer, lo cual sería lo opuesto a lo que reivindica ese colectivo.

            En cuanto a Alemania, la satisfacción de Batzing puede significar que, efectivamente, el Papa va a aprobar todo lo que reivindica el Camino Sinodal alemán, que en esencia es la democratización de la Iglesia con todas sus consecuencias. Pero no hay que olvidar que, cuando el actual Pontífice era prefecto de Obispos, participó en la delegación vaticana que viajó a Alemania para dejar claras las líneas rojas que el Sínodo alemán no podía traspasar y que iban en contra de esa democratización.

            Estoy seguro de que el Papa sabe, como lo sabemos todos, que el colectivo LGTB no va a quedar satisfecho con el “todos, todos, todos” -lo cual, por otro lado, es lo que la Iglesia siempre ha hecho-, sino que no parará hasta conseguir que del “todos” se pase al “todo”, de forma que no sólo sea el matrimonio gay algo válido, sino que lo sea también el ejercicio de la homosexualidad. Del mismo modo, estoy seguro de que el Papa sabe que la aceptación del diaconado femenino no dejará satisfechos a los que ahora lo reclaman, pues después pedirán el sacerdocio, luego el episcopado e incluso el papado, como ha ocurrido, por ejemplo, en la iglesia anglicana.

            Exactamente igual con Alemania. La aceptación de las bendiciones a las parejas homosexuales, que ya ha aprobado el Consejo Sinodal alemán, es sólo un aperitivo de lo que vendrá después. Y esto lo sabemos todos y lo sabe el Papa.

            La satisfacción y alegría de James Martin y de monseñor Batzing puede ser sólo de cara a la galería, mientras que la procesión va por dentro. Pero, mientras ellos aparentemente están muy contentos, hay otros católicos que están preocupados, no por el “todos, todos, todos”, que eso no preocupa a nadie, sino porque se dé el paso al “todo, todo, todo”, que sería el fin de la Iglesia. Y eso, también estoy seguro, el Papa lo sabe.

            Rezamos por él, le encomendamos y nos encomendamos a los dos nuevos extraordinarios santos con que cuenta la Iglesia. San Pier Giorgio Frassati, San Carlo Acutis, rogad por nosotros.

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