26 de septiembre de 2025.
Esperar, en el año santo de la esperanza, debe ser algo asumido con total normalidad. El objetivo último de este año es reforzar la práctica de esa virtud. Por eso debemos aceptar con calma que el Papa se tome el tiempo que él considere necesario para tomar decisiones, las cuales nos ayudarán a entender por dónde quiere guiar a la Iglesia. Mientras tanto, inevitablemente, se suceden las voces de los que insisten en que León XIV está plenamente identificado con Francisco y otras que dicen lo contrario. Esta situación es un poco desconcertante, pero hay que asumirla con paciencia y confiando en que el que puede acabar con las dudas sabe lo que hace.
Un ejemplo de lo que digo se ha producido de manera muy visible esta semana. Monseñor Batzing, presidente de la Conferencia Episcopal alemana, ha dicho que León “no es una copia de Francisco, pero se sitúa plenamente en su continuidad”, según lo cual el Sínodo alemán está legitimado por el actual Pontífice, lo mismo que lo estuvo -según él-, por el anterior. Batzing se inscribe así en la larga lista de los que se muestran seguros de que la canción que interpreta León es la misma que la que cantaba Francisco, aunque la música sea diferente. En el polo opuesto está un escritor anónimo, argentino, que publica el blog “elwanderer.com”, posiblemente el más interesante de los que se publican en Latinoamérica y que ha sido muy crítico con el anterior Pontífice. Para “the wanderer”, que ha analizado la primera parte de la biografía de León XIV -aún no ha analizado la entrevista-, el Papa “es un hombre que tiene fe católica, y con esto -añade- quiero decir que cree en Dios y cree que Jesucristo es el Hijo de Dios encarnado en el seno de María la Virgen y el único redentor del género humano. Y viniendo de donde veníamos y sabiendo los candidatos que se asomaban para suceder al difunto, esto es mucho. Parece una broma, pero no lo es; que un obispo, y en este caso que el obispo de Roma, tenga fe católica, es ya mucho”. Y más adelante, en ese mismo artículo, destaca sus cualidades: fue un buen religioso que cumplió sus votos, es disciplinado y trabajador, valora la liturgia, no huyó cuando el grupo terrorista Sendero Luminoso amenazaba a los sacerdotes en Perú, no es marxista, es un buen gestor de conflictos y, por último, le califica como un “progresista -el equivalente a un liberal- de baja intensidad”. Concluye “the wanderer” diciendo: “Bergoglio dejó a la Iglesia en un estado de estrés muy alto y sólo un hombre de consensos podía dirigirla y evitar que se produjera un cisma. León XIV es el Papa que la Iglesia necesita en este momento tan complejo”.
Volviendo a Alemania, monseñor Batzing no da importancia a la crítica que hizo el Papa, en la ya famosa entrevista, a la ritualización de las bendiciones a parejas que viven en situación canónica irregular, entre las cuales están las parejas homosexuales. Batzing llega al extremo de corregir al Papa y, en una rueda de prensa celebrada este lunes, afirma que han hecho simplemente “adiciones moderadas” a Fiducia supplicans, que no han publicado “ningún ritual para ninguna bendición” y que todo lo publicado se ha hecho con el pleno apoyo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, concluyendo -ha dicho textualmente señalando al Papa sin nombrarlo- “para quien lo solicite, no hay motivo para retirarlo”. Cabe recordar que León XIV en su entrevista afirma: “en el norte de Europa ya están publicando rituales de bendición ‘a las personas que se aman’, lo que va específicamente en contra del documento que aprobó el Papa Francisco, Fiducia supplicans”. El Papa, por lo tanto, ha sido desautorizado públicamente por el presidente de los obispos alemanes, lo cual es como si le hubiera dicho: “a ver si te enteras de quien manda aquí y de quienes somos los que te hemos puesto en el sitio donde estás”. Como estamos en el año de la esperanza, no nos cuesta tanto seguir esperando a que se aclaren las dudas sobre quién manda.
Otro asunto importante es la decisión del cardenal Cupich de Chicago de dar un importante premio a un senador católico del partido demócrata, debido a su defensa de los derechos de los emigrantes. Nadie lo hubiera objetado de no ser porque ese senador, Richard Durbin, ha sido también un encendido defensor del aborto, incluido el aborto por decapitación. La polémica ha estallado porque varios obispos se han manifestado en contra de la decisión del cardenal y han recordado que sigue vigente en la Iglesia la prohibición de comulgar a los políticos que han votado leyes a favor del aborto. Los que rechazan la aplicación de esa ley lo hacen amparándose en la llamada teoría de la “túnica inconsútil”, defendida por el difunto cardenal Bernardín de Chicago, según la cual había que tener en cuenta el conjunto de las cosas que hacían los políticos y no fijarse sólo en su apoyo al aborto y que, si hacían cosas buenas, aunque hicieran una mala, se les podía dar la comunión. Si el senador Durbin defendiera las relaciones sexuales con menores, a la vez que estaba muy comprometido con la ayuda a los emigrantes, ¿se le habría concedido ese premio? Es absurdo decir que por defender a los emigrantes se merece un premio, que no invalida haber contribuido a que puedan ser asesinados los niños no nacidos. En la práctica, lo de la “túnica inconsútil” no es más que un juego de palabras para quitar importancia a la defensa de la vida y poder seguir apoyando a los que promueven el aborto. Rezamos por el Papa y por la Iglesia.