Continuamos en este capítulo con el tema de la masonería y la prohibición que la Iglesia establece de pertenencia a ella. Pero para entender el por qué de esta prohibición hay que comprender no sólo el concepto de Dios que se infunden al masón -visto en el capítulo pasado-, sino también las obligaciones que se le exigen. A continuación se exponen algunos de los documentos papales de condena, sobre todo la “Humanum Genus” de León XIII.
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Un punto esencial de la adscripción a la masonería es el de las obligaciones a que el masón se compromete. Estas obligaciones fundamentales son tres:
– Guardar secreto de lo tratado en las reuniones.
– Trabajar intensamente en el perfeccionamiento interno que redundará en beneficio de los demás.
– Cumplir lo establecido en los estatutos.
Además, estas tres obligaciones se desglosan en multitud de obligaciones menores y tareas concretas: -Respetar y conocer todos los ritos y estatutos. -Participar en los ritos masónicos, sustituyendo incluso las ceremonias civiles y religiosas, como el matrimonio, por las masónicas. -Usar los símbolos propios de cada grado así como el «nombre simbólico» de cada individuo. -Llamar «hermano» a todos los masones y tratarlos como a tales aún a riesgo de la propia vida y por encima de las leyes de cada nación. -Celebrar las grandes fiestas de la masonería que coinciden con los solsticios. -Pagar las cuotas. -Realizar los llamados «trabajos masónicos», que pueden ser estudios o debates sobre cualquier tema. -Proyectar sobre el mundo profano o no masónico el talante masónico de tolerancia, hermandad, etc. -Promover la vuelta a la ecología y la protección de la naturaleza. -El rechazo a las drogas. -El racionalismo ético. -La promoción del estado aconfesional. -La oposición a la vivisección, la pena de muerte, el boxeo, la fiesta de toros, la caza, la pesca, etc. -Oposición a la financiación de la educación privada por parte del Estado y a la enseñanza de una religión concreta en al escuela. -Aceptación del control de la natalidad, el divorcio, la eutanasia, etc.
Como se ve, algunas de estas normas son perfectamente asumibles por los católicos, mientras que otras van dirigidas contra la moral cristiana e incluso contra la propia estructura eclesial y su misión educadora y evangelizadora. Por todo ello, la Iglesia no tardó en pronunciarse en contra de la Masonería. Esta oposición se fundamenta en los siguientes puntos:
– Violación del primer Mandamiento. Los masones tienen un concepto de la divinidad opuesto al de la revelación judeo-cristiana. No aceptan al Dios personal ni tampoco a Dios Trino, único y verdadero. Su deidad es impersonal: el falso dios de la razón.
– Violación del segundo Mandamiento. El grave abuso de los juramentos. Formalmente invocan la deidad en sus ritos de iniciación para sujetar al hombre, bajo sanciones directas, a objetivos contrarios a la voluntad divina.
– Su rechazo a la Iglesia Católica, la cual intenta destruir. (Su objetivo de destruir la Iglesia está ampliamente documentado).
Los principales puntos de confrontación, tras el Vaticano II, son:
– El “Gran Arquitecto del Universo” es un concepto abstracto de Dios, no un Ser personal.
– La moral masona no está ligada a ninguna creencia religiosa en particular; se trata de una moral subjetiva.
– La doble moral masona que pregona la libertad absoluta pero exige juramentos iniciáticos e impone normas tremendamente estrictas a sus miembros.
– La autonomía de la razón masona frente a la relación fe-razón de la Iglesia.
– El esoterismo y el sincretismo masón que pretende nivelar todas las religiones dándole a Jesucristo el papel de gran maestro al mismo nivel que Buda, Mahoma, Zoroastro, etc. pero eliminando su divinidad.
– La ambigüedad masona que implica que no es posible conocer la verdad, frente a la revelación cristiana.
Por todo ello, el 24 de abril, de 1738 (21 años después de la fundación oficial de la Masonería) Clemente XII escribió “In eminenti”, la primera encíclica contra la Masonería. Desde entonces ha estado prohibido para los católicos entrar en la Masonería. (Los ortodoxos y algunos grupos protestantes también han prohibido en diversas ocasiones la entrada de sus miembros en la Masonería).
Otros documentos papales -en total 371- que exponen el error de la Masonería fueron promulgados con posterioridad, según la Iglesia iba viendo necesario renovar la condena a esta institución y recordar a los católicos la prohibición de pertenencia a la misma. Benedicto XIV lo hizo el 18 de mayo de 1751. Pío VII, con la “Ecclesiam a Jesu Christo”, el 13 de septiembre de 1821. León XII, con “Quo Graviora”, el 13 de marzo de 1825. Pío VIII, con “Traditi Humilitati”, el 24 mayo de 1829. Gregorio XVI, con la encíclica “Mirari Vos” (una de las más importantes sobre el tema), el 15 de agosto, 1832. Pío IX, con la encíclica “Qui Pluribus”, el 9 de noviembre de 1846. León XIII, con la encíclica “Humanum Genus”, el 20 abril de 1884, quizá el principal documento pontificio sobre el tema. Este mismo pontífice volvió a renovar la condena de la Masonería en 15 de octubre de 1890 con el documento “Dall´alto dell´Apostolico Seggio” y con la encíclica “Inimica Vos” del 8 de diciembre de 1892.
En la “Humanum Genus”, León XIII afirma, entre otras cosas: “El fin de la Masonería es derrocar todo el orden religioso y político del mundo que ha producido la enseñanza cristiana y sustituirlo por un nuevo orden de acuerdo a sus ideas”. “Sus ideas proceden de un mero ¡naturalismo’. La doctrina fundamental del naturalismo es que la naturaleza y la razón humana deben ser dueñas y guías de todo”. “La Masonería reclama ser la religión ‘natural’ del hombre. Por eso dice tener su origen en el comienzo de la historia”. “El concepto masón de Dios es opuesto al de la Iglesia Católica. No aceptan de Dios sino un conocimiento puramente filosófico y natural”. (Dios es entonces imagen del hombre. Por eso no tienen una clara distinción entre el espíritu inmortal del hombre y Dios). “Niegan que Dios haya enseñado algo. No aceptan los dogmas de la religión ni la verdad que no puede ser entendida por la inteligencia humana”. “Poco les importa los deberes para con Dios. Los pervierten con opiniones erradas y vagas”. “La Masonería promulga un sincretismo que mezcla desde los misterios de la cábala del antiguo oriente hasta las manipulaciones tecnológicas del modernismo occidental”. “Enseña que la Iglesia católica es una secta. Su oposición a la Iglesia Católica antecede a la oposición de la Iglesia contra ella”. “De lo anterior se concluye que el Catolicismo y la Masonería son esencialmente opuestas. Si una desistiera de su oposición a la otra, dejaría de ser lo que es”.
La encíclica hace una reflexión basada en las «dos ciudades» de San Agustín que representan dos reinos opuestos en guerra. En un lado Jesucristo, en el otro está Satanás. La fuerza detrás de la Masonería, causante de sus engaños y su odio a la verdad de Jesús no puede ser sino Satanás, el príncipe de la mentira.
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