La Teología en su contexto actual

Analizada ya la pretensión cristiana -que consiste en ser la única religión que posee la plenitud de la verdad, por ser precisamente una religión revelada por el propio Dios, hecho hombre en Cristo-, y las oposiciones a esa pretensión, debemos empezar ya el análisis de lo que es Teología. Lo primero que hay que hacer es acercarse al contexto en el que se va a desarrollar ésta.

Al hablar del contexto en el que se está desarrollando la Teología hay que tener en cuenta la gran diversidad cultural de un mundo que, a pesar de estar cada vez más globalizado, sigue mostrando rasgos muy distintos.
Si analizamos con un poco más de detenimiento la Teología occidental, hemos de empezar por relacionarla con la Teología griega precristiana. Ésta tuvo tres momentos que sirvieron de contrapunto a la Teología cristiana: 1.- La vinculación al mito. 2.- La crítica del discurso mítico. 3.- La relación con la Filosofía. A cada una de esas etapas le corresponde en la Teología cristiana otra: 1.- La vinculación a la revelación divina efectuada en Jesucristo. 2.- La búsqueda metódica de la Palabra de Dios en la palabra humana y en la historia profana. 3.- La búsqueda de la sabiduría suprema en el encuentro con el misterio de Dios, con el origen y con la realización del hombre y del mundo.
Por lo tanto, para entender la Teología debemos analizar su contexto y éste se encuentra en la relación que la Teología ha mantenido y mantiene tanto con su origen -la Revelación- como con las alternativas humanas: la ciencia y la Filosofía.
Teología y Filosofía
            La Filosofía tiene múltiples definiciones, pero quizá la más acertada es la que la presenta como la búsqueda y el seguimiento de la sabiduría, la búsqueda de un saber encaminado a la obtención del fin supremo de la vida humana.
Como ya se ha dicho, el mito es una de las fuentes de la Filosofía, mientras que para la Teología cristiana esa fuente es la Revelación plasmada en las Escrituras. Sin embargo, el mito fue criticado por los propios filósofos antes ya de la aparición del cristianismo y, una vez surgido éste y tras su encuentro con él, fue eliminado de la Filosofía. A la larga, esta purificación de la Filosofía que llevó a que desaparecieran los mitos como fuente de referencia, supuso también la desaparición de la Teología del horizonte de estudio de los filósofos. Por eso, si bien Dios fue durante mucho tiempo el objeto supremo de la investigación filosófica (Aristóteles define la Teología como la forma suprema del saber teórico), después Dios pasó a ser un objeto de estudio entre otros muchos. En este momento, el tema fundamental de la Filosofía occidental no es Dios sino el ser como fundamento de todo.
La tensión entre mito y sabiduría, que terminó por desplazar al mito, se tradujo en otra tensión o enfrentamiento, el que se produjo entre autoridad y razón. Una “autoridad” (del latín augere, aumentar) era ante todo una prueba o un testimonio de alguien que venía a aumentar la fuerza del propio argumento. El carácter positivo de la autoridad desapareció cuando la propia racionalidad se sintió bloqueada por la autoridad ajena, tanto si ésta era de origen humano -la cita de un prestigioso personaje- o de origen divino -una cita bíblica-. La razón reivindicó su autonomía y la “autoridad” pasó a un segundo plano o incluso desapareció. Eso significa que la razón reclama en el presente una total autonomía para llegar a sus propias conclusiones sin que nada, ni siquiera la autoridad de la Revelación, pueda condicionarla. Ahí está una de las causas de conflicto entre Filosofía y Teología.
Coincidencias
            En todo caso, se puede decir que ambas, Filosofía y Teología, coinciden en la preocupación por las preguntas globales del hombre. La Filosofía intenta formularlas y mantenerlas abiertas, mientras que la Teología intenta darles respuesta; por eso la relación entre Filosofía y Teología puede entenderse como una relación entre pregunta y respuesta.. Hay que tener en cuenta, además, que dado que la Teología es una constante reflexión sobre el mensaje cristiano y dado que el pensamiento es un acto esencialmente filosófico, la Teología nunca puede existir sin Filosofía. Por otro lado, la realidad, como demuestra la historia sangrienta del Siglo XX o la aprobación de leyes sanguinarias como la del aborto, demuestra que la autonomía absoluta del pensamiento, de la razón, puede considerarse fracasada, entre otras cosas porque los condicionamientos históricos son tan fuertes que nunca ni la Filosofía ni el filósofo pueden sustraerse a ellos.
En cuanto a la relación entre Teología y ciencia, hay que analizar, ante todo, el carácter científico de la propia Teología. Muchos rechazan la cientificidad de la Teología y por eso la menosprecian, lo cual no sucede con la Filosofía que sí es aceptada como ciencia. Esto es injusto, pues el hecho de que la Teología sea un ejercicio del pensamiento sobre unos datos revelados recogidos en las Escrituras puede ser comparable a cualquier otra rama del saber, que siempre se centrará en un aspecto de la realidad dejando el resto del conocimiento para otras materias.
Una prueba del carácter científico de la Teología, del pensamiento cristiano, la hallamos en el hecho de que la Teología ha tenido parte activa en la formación de la razón crítica y de la ciencia actual. ¿No es acaso en Occidente, en el contexto de una cultura cristiana, donde se han producido los mayores avances científicos en los últimos veinte siglos?.
En cuanto a la relación entre Teología y ciencia, más allá del carácter científico de aquella, hay que destacar que nos movemos en dos ámbitos distintos, lo mismo que son dos ámbitos diferentes el estudio de las galaxias y el de la psicología. Nunca habrá nada que, desde un análisis científico, sea demostrado como verdadero que vaya en contra de una verdad revelada; nunca se podrá deducir de una verdad revelada algo que vaya en contra de la verdad científica. Si en alguna ocasión hay conflictos y enfrentamientos, sin duda que se debe a que no se ha profundizado lo suficiente en uno de los dos ámbitos y que, o bien se están considerando como reveladas cosas que no lo son -la forma de la tierra y su relación con el sol- o bien la ciencia está abandonando su esfera de actuación para convertirse en opinión, en teoría, en hipótesis de trabajo.
Coincidencias

Para superar los posibles conflictos, tanto con la Filosofía como con la ciencia, se hace imprescindible el diálogo. Un diálogo que, por desgracia, se suele rechazar con frecuencia por parte de aquellos que se arrogan una especie de infalibilidad, bien estén situados en la trinchera de la Filosofía o en la de la ciencia. Hoy no es, en absoluto, la Iglesia la que rechaza el diálogo; tampoco lo hacen muchos filósofos y científicos serios; por desgracia sí actúan así otros. Es entre estos donde abundan los que manipulan datos de la ciencia o argumentos de la filosofía para justificar comportamientos, leyes e incluso delitos. Baste con citar el ejemplo del aborto, defendido por muchos desde la Filosofía y aún desde la Biología, cuando resulta evidente que no es más que un crimen.