Las vías de acceso a Jesucristo (III)

Tras señalar la coincidencia entre el Jesús histórico y el que nos presentan los Evangelios, y colocarlo cronológicamente en la historia, presentamos ahora algunos conocimientos básicos imprescindibles sobre el entorno histórico de Cristo y los grupos sociopolíticos que había en su época, para empezar después a analizar los momentos más importantes de la vida del Señor.

Jesús, como se dijo en el capítulo anterior, es judío de nacimiento y vivió durante el reinado de los emperadores romanos Augusto (31 a.C. -14 d.C.) y Tiberio (14-37). De acuerdo con nuestro calendario, su periodo de vida pudo haber empezado entre los años 8-6 a.C. y 30 d.C.. Según esto, Cristo habría nacido en realidad unos años antes de lo que suponemos. Como también se dijo, este error cronológico se debe a que el monje Dionisio el Exiguo, que fue quien estableció en el siglo VI el calendario cristiano, cometió un error de cálculo al identificar el año 1 de nuestra era con el 754 de la fundación de Roma, que era el punto de inicio para datar los años que se empleaba antes de empezar a utilizarse el calendario cristiano.
Época difícil
Jesús vivió en una época políticamente agitada. después de la muerte del rey Herodes llamado “el Grande”, el que intentó asesinar a Jesús (37-4 a.C.), el país quedó repartido entre sus hijos. En Galilea, a la que pertenecía Nazaret, reinaba el tetrarca Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.). Judea, Idumea y Samaría pasaron en el año 6 d.C. a depender directamente de Roma, que impuso un gobernador. Poncio Pilato ejerció ese cargo entre los años 26 y 36 de nuestra era. Debido a esta presencia romana, se formó un partido de resistencia: el de los zelotas o fanáticos, que llevó a cabo repetidos intentos de liberación, los cuales culminaron con la destrucción de Jerusalén y del templo en el año 70.
Los romanos permitieron, sin embargo, que el judaísmo llevara sus asuntos internos con relativa independencia. Muy en especial, los de carácter religioso, pues esa era la política común para todas las regiones conquistadas. El templo de Jerusalén era todos los años meta de numerosas peregrinaciones. A la cabeza de la jerarquía sacerdotal estaba el sumo sacerdote, que solía ser nombrado o destituido tanto por Herodes como después por los gobernadores romanos. El sumo sacerdote presidía el Sanedrín o consejo supremo, que constaba de setenta y un miembros y se componía de tres grupos: sacerdotes, escribas y ancianos. En la primera época, era competencia del Sanedrín la interpretación de la ley, la decisión política sobre la guerra y la paz y la suprema administración de la justicia. Bajo los romanos sólo le quedaron los asuntos religiosos y de derecho civil. Por eso Cristo debió ser acusado y condenado por blasfemia, pues ese era un pecado religioso que el Sanedrín sí podía juzgar, aunque no podía ejecutar la sentencia que había emitido, la pena de muerte. esta ejecución debía llevarla a cabo el gobernador romano.
Diversos partidos
Entre los judíos había diversos partidos de tipo político y religioso. Se pueden resumir en cuatro, aunque en cada uno de ellos a su vez había diversas tendencias o escuelas: fariseos, saduceos, zelotas y esenios. Se diferenciaban, según el estudio llevado a cabo por J. Blank, según sus diferentes actitudes ante la ley, ante la existencia o no de vida después de la muerte y ante la dominación romana.
La palabra “saduceo” deriva de Sadoq, sumo sacerdote en tiempo de Salomón, aunque según otros procede del hebreo “sadaq”, que significa “ser justo”. Los saduceos procedían de la aristocracia sacerdotal o terrateniente, y colocaban en el Sanedrín a los sumos sacerdotes y a los ancianos. Políticamente tendían a pactar con los grupos dominantes del momento, es decir, con Roma. Religiosamente, eran de actitud fundamentalista: la ley escrita, tal y como estaba recogida en la “torá”, era vinculante, sin ulteriores explicaciones. Rechazaban la fe en la resurrección, entre otras cosas porque no estaba incluida en la “torá”. (Mc 12, 18-27)
La palabra “fariseo” procede del hebreo “perusim”, segregado. Tenían en común con saduceos y esenios el proceder del movimiento de los jadiseos, grupo religioso de la época macabea que intentó permanecer fiel a la ley judía en circunstancias políticas difíciles. Se “apartaban” (de ahí su nombre) de la masa del pueblo (Jn 7, 49), por su empeño muchas veces ostentoso en guardar la pureza cultual y la fidelidad a la ley. Se consideraban a sí mismos los santos, e incluso los únicos santos. Aunque no eran simpáticos para la mayoría del pueblo, sí eran respetados, debido a su conocimiento de las Escrituras y a sus interpretaciones de la ley, que según ellos tenía fuerza vinculante tanto como el texto escrito de la “torá”. Debido a esto sí aceptaban la resurrección. Eran críticos en teoría con la dominación romana, pero muy cautelosos en la práctica.
“Zelote” significa fanático, un fanático por la causa de Dios. Este grupo surgió en Judea durante la época de los gobernadores romanos. En su ideario confluían la adhesión radical a la ley con una espera apocalíptica del fin del mundo y con el rechazo violento a la ocupación romana, entre otras cosas porque no creían en ningún poder humano, sino sólo en el poder absoluto de Dios. Esperaban la llegada de un mesías político, una especie de caudillo militar que les libraría de los conquistadores y devolvería la libertad al pueblo. La actitud reservada de Jesús ante el título de “mesías” parece haber sido una reacción a posibles interpretaciones erróneas. Es probable que dos de los apóstoles hubieran pertenecido a este grupo: Simón el fanático (zelote) y Judas Iscariote (Iscariote significa portador de puñal y eso sólo lo llevaban los zelotas).
Esenio es una palabra derivada del arameo “hasen” o “hassaia”. Significa “piadoso”, “santo”, o también “silencioso”. Los esenios eran un grupo religioso afín en muchos aspectos a los fariseos, pero que evitaba tanto las revueltas políticas como el culto oficial en el templo de Jerusalén, pues consideraba que éste se hallaba corrompido. Los esenios llevaban una vida ascética, apartada del mundo, en el desierto de Judea, con una organización parecida a la de una orden religiosa. Esperaban la llegada del fin del mundo y del mesías que había de resolver todos los problemas. Habían pasado casi desapercibidos hasta el descubrimiento de las cuevas donde vivían, junto al Mar Muerto, en 1947. En ellas se encontraron los famosos manuscritos de Qumran, uno de cuyos fragmentos contiene el texto más antiguo que se conserva del Evangelio de San Marcos.

Jesús y Juan Bautista

Se ha discutido mucho acerca de si Jesús estuvo o no influido por uno u otro de estos grupos. No cabe duda de que tanto él como Juan Bautista no sólo los conocieron, sino que tuvieron que tomar postura ante ellos. En el caso de Jesús, son notorias sus críticas a los fariseos y también, como se ha dicho, su distanciamiento de los zelotas, aunque tuvo dos discípulos que habían pertenecido a ese grupo. Su fe en la resurrección le aleja de los saduceos y su cercanía al pueblo y a los pecadores, de los esenios.