El libro del Éxodo (I)

El libro del Éxodo es, sin duda, uno de los grandes textos del Antiguo Testamento. En él se narra, sobre todo, la pascua, que ha sido el alimento vital para el pueblo judío y en la cual se inserta la pascua de Jesús, como el paso definitivo de la servidumbre a la libertad. La repercusión de este libro en el resto de la Biblia, incluido el Nuevo Testamento, es total y decisiva.

El Éxodo, o salida de Egipto, se encuentra en el corazón mismo de la experiencia de fe de Israel. El Dios en el que cree ese pueblo, el que ha firmado la alianza con Abraham, Isaac y Jacob, el que protegió a José, ha saltado a la arena de la realidad cuando el pueblo le ha necesitado y ha clamado pidiendo su ayuda. Yahvé se muestra en el Éxodo como una divinidad totalmente comprometida. De hecho, Yahvé sin el Éxodo no sería Yahvé. Pero, a la vez, Israel tampoco sería Israel sin lo que ocurrió y narra este libro. Es precisamente en el Éxodo donde Israel surge como pueblo de Dios, pues además de la liberación de Egipto está la alianza en el Sinaí, que distingue al pueblo como “pueblo de Yahvé”. Por eso este es el libro por excelencia en lo concerniente a la exposición de las raíces de Israel.
El esquema general del Éxodo es relativamente simple. Se divide en tres secciones principales, basándose en la posición geográfica de Israel en la narración: Israel en Egipto (1, 1-13,16), Israel en el desierto (13,17-18,27) e Israel en el Sinaí (19,1-40,38).
En la primera sección se invita al lector a considerar la opresión de los hebreos en Egipto, así como la derrota que Yahvé inflige al faraón y a los egipcios mediante las plagas. En la segunda parte la atención se pone en las dificultades del viaje y en las tensiones que eso crea, con la tentación de volver atrás y renunciar a la recién ganada libertad a cambio de un plato de comida. En el tercer apartado, la atención está puesta en la institución de la alianza del Sinaí que incluye los diez mandamientos.
Los principales temas desarrollados en el libro son:
Presencia divina. En 2, 23-24 el autor señala en primer lugar la ausencia de Dios y después su presencia. Son los gemidos y gritos de los esclavos oprimidos los que fuerzan a Dios a recordar su alianza con los patriarcas.
Liberación. Los dos elementos básicos del credo de Israel son que Yahvé los sacó de Egipto y que los llevó a la tierra prometida. Yahvé se convirtió en objeto de conocimiento y de confianza como el gran liberador.
Carácter central del culto. Éxodo entiende a Israel como una comunidad cultual, como lo demuestra la enorme cantidad de espacio del libro dedicado a las instrucciones para construir el santuario y su ejecución (capítulos 25 al 31 y 35 al 40), así como las indicaciones para la celebración de la pascua y de los panes ácimos.
Sentido de la alianza. La alianza es la relación entre Yahvé e Israel que se crea en el monte Sinaí. Es un vínculo personal por el cual Israel se convierte en el pueblo de Yahvé y Yahvé en el Dios de Israel. Es esta conexión moral única lo que da a Israel su identidad entre todos los demás pueblos de la región.
La ley como respuesta a la alianza. En los diez mandamientos (20, 1-21), el código de la alianza (20,22-23,33), el dodecálogo (34,10-26), Israel responde de forma personal a su relación de alianza. La ley se recibe no como una imposición desde fuera, sino como un reconocimiento desde dentro de la necesidad de honrar y respetar tanto al Dios de la alianza como a las demás personas.
Profecía. Moisés hace las veces de profeta de Israel de una manera absolutamente única. debe comunicar la Palabra de Dios de modo crítico, es decir, diciéndola como realmente es, y, a la vez, de un modo que cree dinamismo, diciéndola tal y como debe ser.
Yahvé como Señor de la historia. El Éxodo respeta la tensión entre libertad humana e iniciativa divina. Así, el Dios de Israel no elimina, por ejemplo, la libertad del rey de Egipto. No obstante, el texto deja al mismo tiempo absolutamente claro que Yahvé es quien rige el destino de Israel y no permitirá oposición alguna.
Yahvé como guerrero divino. En su historia, Israel elabora conceptos diferentes de su Dios. Aunque en Éxodo hay varios de esos conceptos, el que domina la escena central es el de Yahvé como guerrero divino. Así, las plagas son una demostración del poder de Dios en la guerra santa contra el faraón y su pueblo, lo mismo que las hazañas militares de Yahvé durante la persecución de que Egipto hace objeto a Israel. Por eso en 15,3 se da a Yahvé el título de “guerrero”.
Significación del mediador de la alianza. El Éxodo entiende la relación de alianza entre Yahvé e Israel como dependiente del papel de Moisés como mediador de dicha alianza. Él es quien representa al pueblo en el momento de sellar la alianza. Como mediador, Moisés también desempeña la función de oposición leal cuando Dios se propone aniquilar al pueblo después del incidente del becerro de oro y crear una nueva comunidad.
Quejas y desobediencias después de la celebración y la obediencia. El libro del Éxodo presenta la revelación del Dios de Israel no a través de un pueblo simplemente, sino a través de un pueblo pecador. Por eso no oculta los pecados del pueblo, pecados que comete incluso después de haber celebrado las acciones salvíficas de Dios.
El papel de las mujeres. El pasaje de 1,8-2,19 demuestra que, sin la intervención de las mujeres, la vida de Moisés no se habría salvado y el Éxodo nunca habría llegado a hacerse realidad. De nuevo en 4,24-26 la rápida actuación de la esposa de Moisés, Séfora, salva al líder y mantiene intacta la promesa de liberación. En 15,1-21, María realiza una función cultual, al dirigir a las mujeres en el canto y la danza en honor de las hazañas del guerrero divino.
Invitación a recordar. Aunque el libro del Éxodo menciona el recuerdo por parte de Yahvé de las promesas hechas a los patriarcas, el libro también impone a Israel el recuerdo de la intervención de Yahvé en el Éxodo (12,26-27; 13,8).
Por último, y para terminar esta introducción al Éxodo, conviene decir algo sobre el tipo de literatura empleada. Es una literatura popular y no un sobrio tratado histórico. El libro es una mezcla de diferentes formas literarias que corresponde a la autocomprensión de Israel y que conserva diferentes géneros literarios. Así, por ejemplo, la narración de la infancia de Moisés está calculada para forzar al lector a centrarse en la futura grandeza del héroe mientras éste lucha a brazo partido con fuerzas aparentemente insuperables. En el paso del mar de los juncos se encuentra la gran escenificación de un relato épico. En el código de la alianza está presente la mano de un legislador.

Todo eso nos lleva a pensar que el Éxodo ha incluido tradiciones teológicas distintas. Habría un primer autor que ha sido denominado “yahvista” y que escribe alrededor del siglo X antes de Cristo, durante los reinados de David y Salomón. Un segundo sería el llamado “elohísta” y que escribe más tarde, entre los siglos IX y VIII antes de Cristo. Un tercero es denominado “sacerdotal” y escribe alrededor del siglo VI antes de Cristo. Cada uno de ellos busca un objetivo distinto: justificar la posesión de la tierra, la alianza y el culto.