El libro del Génesis (IV)

Continuamos con el estudio de los primeros capítulos del libro del Génesis, en particular de lo referente a la creación del mundo por Dios. En este artículo vamos a abordar la cuestión de la supuesta oposición entre los datos que ofrece la Biblia con los que aportaría la ciencia a través de la teoría de la evolución. La clave está en entender la Biblia como lo que es, un libro de fe, lo cual no significa que no sea también un libro de historia.

Una vez estudiados los dos relatos de la creación que aparecen en el libro del Génesis, conviene detenerse para echar una mirada hacia fuera del libro sagrado. En el Génesis se nos dice que Dios es el creador e incluso, en el relato “elohista” o “sacerdotal” se explica el modo en que tuvo lugar la creación, de manera minuciosa, día a día. Sin embargo, estas afirmaciones parecen desmentidas hoy por la ciencia, que habla de evolución en el origen de las cosas y de que todo ha tardado en producirse millones de años. ¿Hay contradicción entre ciencia y fe?
A esta cuestión hay que contestar, en primer lugar, afirmando que en Génesis no se está describiendo una «historia científica», sino una «historia didáctico-teológica», una historia de la salvación, que nos enseña las siguientes verdades religiosas fundamentales:
1- Existe un sólo Dios, todopoderoso, todocariñoso, sabio, eterno… que lo creó todo con su «palabra» (el Verbo), por obra del Espíritu.
2- Todo lo demás son «criaturas de Dios»: El sol y el fuego y animales, no son Dios, como erróneamente creían algunos antiguos; el hombre tampoco es Dios, como erróneamente creen hoy día en la Nueva Era. !La naturaleza y la energía tampoco son Dios!, son criaturas de Dios.
3- Ese Dios está muy interesado en el hombre y la mujer, a quienes nombra «rey de la creación»; pero un rey «vasallo de Dios», a quien tiene que adorar cada séptimo día. No cabe concepción más noble del hombre y de la mujer, ni idea más grande de Dios.
4- La mujer tiene la misma dignidad que el hombre. Los dos fueron hechos a «imagen y semejanza de Dios». El «soplo de Dios» a la arcilla, es el «alma espiritual e inmortal», semejante a Dios.
5- Dios también crea el «matrimonio», pero entre un hombre y una mujer, no entre dos hombres o dos mujeres.
6- Después de cada día, «Dios vio que sus obras eran buenas»; el universo no es malo, los hombres libres somos los que lo estropeamos con nuestro pecado.
Por otro lado, las hipótesis científicas pueden conciliarse con los encuadres bíblicos. Se trata, en realidad, de explicaciones distintas, inspiradas en la forma distinta de entender el mundo. La visión bíblica supone que el conjunto cósmico salió perfecto de manos del creador. Tal creencia venía, por supuesto, compartida por todos los pueblos antiguos, cuyo desconocimiento de las leyes naturales era casi total. Por su parte, la visión científica (evolucionismo) sugiere que el universo está sometido a un progresivo crecimiento.
El encuadre evolucionista sugiere que el cosmos, en sus orígenes, distaba mucho de ser perfecto. La perfección se va alcanzando conforme logra desarrollar esas energías que al principio sólo poseía de manera embrionaria. ¿No sucede algo parecido con el ser humano? Nadie sale acabado del vientre de su madre. Todos vamos disminuyendo la imperfección si conseguimos desarrollar esas fuerzas que, aún poseyéndolas al ser gestados, nuestra limitación nos impide desarrollar. Además, la teoría bíblica nos está dando respuesta a la cuestión de por qué, si el mundo salió perfecto de las manos de Dios, no es perfecto hoy. Esa respuesta es sencilla y correcta: el pecado del hombre es la causa. En cuanto a lo de los siete días que duró la creación, es evidente que se trata de un marco literario para que los hombres de aquella época lo pudieran entender; además, ese relato lleva implícita la idea de que hay un progreso, una evolución, en la creación, pues Dios fue haciendo las cosas poco a poco, día a día. Por otro lado, ¿no es la Biblia la que dice que para Dios un día es como mil años y mil años como un día?
Por lo tanto, la Biblia no está enfrentada con la ciencia, por la sencilla razón de que sus objetivos no son científicos, sino morales, religiosos. Si se está interesado en conocer la historia de los primeros siglos del universo, hay que consultar un libro de ciencia. Si se quiere saber el modo concreto en que -bajo la mano de Dios- se formaron las primeras especies animales, hay que consultar un libro de zoología. Pero si lo que se quiere es saber quién es Dios, cómo actúa Dios con los hombres, por qué creó Dios el mundo e incluso quién es el hombre y cuál debe ser la relación de éste con Dios y de los hombres entre sí, entonces hay que consultar la Biblia.
Algunas veces, los evolucionistas dicen que los creacionistas creen que se debe leer el Antiguo Testamento, y en particular el Génesis, literalmente. Pero no es verdad. Antes, la clave para entender cualquier parte de la Biblia es averiguar la intención del autor que la escribió y también el estilo literario con que fue escrita. No es tan difícil como parece, porque es obvio que la Biblia contiene distintos estilos o géneros literarios:
La poesía. Como en los Salmos, donde la repetición o el paralelismo de las ideas están de acuerdo con las ideas hebreas de la poesía, sin la rima (el paralelismo de sonido) y el metro (el paralelismo de tiempo) que son juntos las partes importantes de la poesía europea tradicional.
Las parábolas. Como las que usa frecuentemente Jesús, tal como la parábola del sembrador (Mateo 13:3-23), la cual, tal y como dice el propio Cristo, no era una realidad, sino una historia contada a modo de ejemplo. El Señor da incluso las claves para entender su significado.
La profecía. Como en algunos de los libros Antiguo Testamento (Isaías a Malaquías).
Las cartas. Como en las epístolas del Nuevo Testamento escritas por San Pablo, San Pedro, San Juan y otros apóstoles.
La biografía. Como en los Evangelios con respecto a Jesús.
La autobiografía y el testimonio. Como en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Hechos históricos auténticos. Como en los libros de los Reyes, etc.
Por lo tanto, la intención de un autor con respecto a cuaquier libro de la Biblia es transmitir un mensaje religioso y ese mensaje lo transmite a veces de una manera y otras de otra. En el Génesis, concretamente, no hay ninguna intención de enseñar que la creación completa duró sólo seis días, sino, como ya se ha dicho, que Dios es el creador de todo, incluido el ser humano, y que todo eso lo ha creado de la nada.
Quedaría por resolver la cuestión de cómo se inició todo. Curiosamente, la teoría científica del “big bang” podría ser una buena explicación de cómo actuó Dios. Pero aunque no hubiera sido de ese modo, lo que está claro es que alguien tuvo que poner en marcha todo, y ese alguien es Dios. Es mucho más difícil creer en la casualidad que en Dios creador.